Hoy compré unos zapatos negros
ridículamente baratos y modernos
en tanto la bella joven hacía la boleta
me sonreía seductoramente
y yo ya caminaba con mis zapatos nuevos
hacia tu casa, saltaba algún charco
y ya me sacaba la camisa y los zapatos
y me metía en tu cama y los zapatos
nuevos, baratos y ridículos
sonreían con su lengua negra
jueves, 1 de noviembre de 2007
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